«¿Me adaptaré a pitar cómodo con compañeros de otras comunidades?¿Podré seguir el ritmo de partidos? ¿Sabré poner en práctica rápidamente los consejos de los técnicos?» Estas son algunas de las grandes dudas que asaltan a cualquier árbitro cuando se dirige a un campeonato pero, cuando está allí, se da cuenta de que tiene un problema mucho mayor que cualquiera de estos.

 

«¿Cuál?», os preguntaréis los que nunca habéis ido a campeonatos. Pues muy sencillo: «Llevo aquí dos días, he pitado cuatro partidos, toda la ropa de pitar que he traído está apestosa y esto no ha hecho nada más que empezar».

A partir de aquí comienza tu pesadilla. ¿Qué hago? Algún iluminado te dirá: «Busca una lavandería». Está claro que no ha ido nunca a un campeonato: levantarte pronto, partidos, comer, más partidos y charlas a partir de medianoche, cuando ya ha terminado la jornada. Imposible ausentarse buscando una lavandería.

La solución más práctica es que te montes tu propia lavandería en la habitación. Un poquito de jabón de la ropa, el lavabo o el bidé llenos de agua, y algún invento para tender la ropa. Algunos hoteles tienen toalleros estupendos para esta función como podemos en esta imagen.

Toallero ideal para secar la ropa después de un lavado rápido

Otros árbitros van muy preparados y llevan un poco de cuerda de tender con pinzas. A sus compañeros les dicen que tienen ya mucha experiencia en campeonatos, algo que es cierto, pero la verdad es que es su mujer quien le metió el kit de tender en la maleta, que no se tire tanto el pisto.

Ropa tendida con pinzas sobre cuerda de tender en el baño del hotel de un campeonato

Y luego, cuando no vas preparado, pero lo intentas hacer, es cuando vienen los problemas. Esta es una historia que ocurrió de verdad, en un campeonato disputado este mismo año muy cerca de nuestros vecinos portugueses. No desvelaremos el nombre del árbitro afectado, para preservar su identidad, y nos referiremos a él como Niñoooo.

Niñoooo lava su ropa y quiere tenderla para que se seque. Imaginamos que la deja en la ventana o balconcillo pero, claro, sin pinzas. Es cuestión de tiempo que se suceda la fatalidad.

El pantalón caído, pero no a la calle (atención al coche que aparece en la imagen)

Tras unos minutos de pánico en los que, entre otras cosas, se te pasa por la mente tu vida entera y la bronca que -a falta de tu propia madre- te va a caer de los técnicos, se inicia la operación rescate. Varias llamadas más tarde y, movilizados los servicios del hotel, se envía un equipo de rescate con capacidad de actuación por tierra y aire, pertrechados con una escalera extensible.

Operarios del hotel acudiendo al rescate

Desde esta publicación damos fe de que el pantalón fue rescatado ileso y Niñoooo pudo finalizar el campeonato sin mayores percances.

Si vas a un campeonato, además de la preparación física y técnica, no te olvides de la intendencia: tendrás que lavar ropa.